Garabatos en solitario

Garabatos en solitario

martes, 16 de octubre de 2012

Una historia sin final ...

Una historia sin final …

Había una vez una reina atrapada en su reino, vivía el día a día se podría decir que rozando la monotonía, junto a ella vivía su rey y sus príncipes, por problemas ajenos a ella un día empezó a sospechar que su gran castillo no era mucho mas que uno armado con cartas a merced del viento y no tan seguro, fornido e indestructible como ella pensaba, por cosas que suelen pasar sin que nadie las desee todo empezó a cambiar.

En el reino había un viajante, un señor con muchos destinos, como muchas salidas y llegadas, partidas y regresos que no eran más que eso, solo caminos por recorrer sin nada que le hiciera pensar si quiera una vez, acá me quedare, esto es lo que busco, esto es lo que quiero para mi, errante de momentos y lugares sin tiempo.

El reino era muy grande, mas grande que un océano, era tan grande que según en donde uno se encontrara hasta cambiaban las estaciones del año entre uno y otro lugar, ella en su mundo terrenal tal vez con ciertos límites, formas y maneras que guardar, el un poco más libre, con espacios mas amplios pero también encerrado que una monotonía que muchas veces se hace infernal, los dos a su manera y de su forma buscaban algo o sentían que necesitaban algo mas, para sentirse vivos, para respirar, para convencerse de que sus vidas no serán así hasta el final.

El cortesano estaba en unos de sus viajes, alistando todo para su regreso, consiguiendo en el reino las ultimas cosas necesarias para su partida cuando de pronto se escucharon fanfarrias, ruidos, de gente, de cascos de caballos, gritos, aplausos, todo se conmocionada, las personas se abarrotaban al lado del sendero, aparecen un grupo de caballeros a caballo con sus relucientes armaduras cabalgando muy despacio, detrás de ellos otro grupo de lo que parecían ser soldados pero esta vez a pie siguiendo todos juntos el mismo ritmo al desplazarse, llego a ver cuatro caballos blancos, inmaculados, impecables, con sus crines flotando al viento, con riendas que parecía de oro, crespones y adornados como nunca antes había visto, sus cascos más limpios que el marfil, el sol parecía adquirir más fuerzas cuando su rayos rebotaban en esas pieles de plata, pude notar que venían tirando de una carroza de color azul, impecable también, un cochero vestido con sus mejores atuendos la conducía, en ese momento escuchó gritar a toda la multitud “larga vida a la reina” larga vida a la reina”.

Entre aplausos de la gente que quedaba atrás del tremendo cotejo, los que estaban frente a él y los gritos, vivas y hurras pude notar que la carroza se detenía, casi en frente a él, un guante se asoma entre las dos cortinas que protegían las ventanas las mismas que se separan poco a poco, el no miraba de frente, estaba regalándole a la reina su más esforzada reverencia, cuando escuchó su nombre, levantó la mirada muy despacio, cuando vio quien estaba sentada en el supuesto lugar de la reina no lo podía creer, era ella, como confundirla?. Como equivocarse? , si mantenía la misma dulzura y esos ojos picaros que siempre habían quedado en su memoria desde aquellos tiempos en que habían compartido más de un momento, se miraron, no se dijeron nada, no sé si todo fue muy lento o sucedió a la velocidad de un rayo solo ese momento en que sus ojos se entrelazaron sin lugar ni tiempo era lo que había quedado de toda aquella locura, parecía que el día se oscurecía después del paso de ella por ese lugar, todo el trayecto de regreso a su hogar el solo podía pensar y tratar de rescatar cada momento compartido con ella, cada rato por insignificante que sea vivido a su lado, arañaba al tiempo, escarbaba en la memoria y buceaba en ese océano de recuerdos tal vez escondidos pero jamás olvidados, quería recordar, recuperar todas y cada una de las cosas compartidas.

El caminaba con su perro por un frondoso bosque cuando delante de donde se encontraba, muy cerca, a casi un paso, pasa una flecha zumbando y atravesando al aire y clavándose en un árbol, en la misma se podía notar como un papel aprisionado a ella con lo que parecía ser una cinta, lo confirmó al tomarla, era una cinta de la seda más fina nunca antes vista, agarro la nota, poco a poco la desenrolló y pudo leer, “Hola, soy yo” y estaba firmada por el nombre de aquella niña que había conocido muchos años atrás y no por el fastuoso nombre hoy adquirido por ella para gobernar, al otro lado de la misiva había un pequeño mapa que le indicaba un lugar marcado con una equis, siguió todas y cada una de las indicaciones y llego a un lago el cual estaba rodeado por sauces llorones que casi hacían que sus ramas pudieran nadar en él, llegó hasta el lugar indicado en el mapa y se encontró frente a un hueco hecho en un tronco seguramente por algún pájaro carpintero para usarlo como su hogar, hogar ya hoy abandonado, cuando metió la mano dentro de él pudo notar la presencia de una cajita de ébano pintada con líneas de oro y plata, otra nota había dentro de ella, “Hola, como estas’, me encantó encontrarte el otro día, no podía dejar de recordar todo ese tiempo que construimos juntos entre los dos, tenía que hacerlo y saber más de ti por eso le encomendé a mi arquero de mayor confianza te hiciera llegar mi nota de la forma que lo hizo, no quiero que nadie más que tu, el y yo sepamos de esta comunicación, cuando me quieras escribir ven a este lugar, deja en la caja todo lo que me quieras decir, te aseguro que llegará a mis manos, de igual manera cuando tenga la necesidad de saber de ti veras llegar una flecha muy cerca de ti, de donde estés y me podrás leer, un beso , hasta pronto.”
Se puso a pensar en todo lo sucedido, como si la historia se repitiera pero en diferente lugar, tiempo y forma, se podía sentir que era como si nos hubiésemos visto ayer, así como en aquel tiempo ella entro a mi vida como una flecha certera hoy de la misma manera es una certera flecha la que me lleva a ella, el camino de regreso a su casa se hizo casi imperceptible, fue como parpadear y encontrarse frente al fuego de su estufa viajando en el tiempo, hurgando en cada rincón de otros tiempos, tal vez hasta descubriendo detalles que en ese tiempo no vio, la noche empieza a caer pesadamente como sus parpados después de todo lo hecho durante el día, de una u otra forma sentía que por lo menos hoy no dormirá tan solo como siempre y hasta sintiendo el aroma del perfume usado por ella, aroma inmortal en el espacio.

La vida fluye cual manantial de agua fresca y clara que recorre los valles y laderas de las montañas más altas para llegar hasta él, hoy no tiene que viajar, su día será cazar, pescar, cocinar, escribir y jugar, que extraño era el haberle dejado una nota en ese refugio de los dos, en ese espacio compartido, refugiado y cuidado por un viejo árbol y salir de la casa, encontrar una flecha clavada junto a la puerta, hoy con la nota abrigada y acariciada bajo un listón de seda azul, leer cada letra, cada palabra y cada frase en ella, poder notar que los recuerdos y momentos que llevamos los dos estaban pintados con el mismo pincel y en el mismo lienzo, lienzo de momentos grabados en nuestros cajones de los más bellos recuerdos.
La mañana era especial, un manto frio cubría cada uno de los rincones, una niebla fresca y dulce abrigaba cada lugar, el día renacía con esplendor especial, el lago se veía como una sábana de plata, los arboles, la hierba y al agua en un eterno descanso, inmóviles, inertes, en paz, se respiraba tranquilidad y bienestar, todos y cada uno de los detalles estaban ahí solo para hacerle compañía a mis ansias de volar.

Hoy ella le pidió que se alejara, que lo que tenía que hacer lo podría hacer sola, que no necesitaba de él, que necesitaba de su soledad para pensar, no hubieron más días cálidos ni fríos, no hubo más sol al amanecer ni luna al anochecer, todo se volvió penumbras, cada vez que iba al escondite secreto pensando en los dos y depositaba sus cartas y notas lo único que hacía era notar que ya no había espacio, que ya la cajita estaba llena, que todas sus notas se marchitaban a la sombra y soledad de ese hueco frio y gélido, decidió no escribir mas, volver a su soledad, volver a viajar sin que nada más importe, caminatas eternas con su perro pensando en ella, en lo que pasó, en lo que pudo ser, en cual fue el error.
Caminaba, pensaba, escuchaba nuevamente las melodías que la naturaleza le regalaba, caminando de madrugada con su fiel e inseparable amigo, solo divagaba dentro de otro momento mas que había que vivir, había una brisa que abrigaba al mismo tiempo que refrescaba, el cielo un manto celeste salpicado de pompones de algodón, una suave brisa hacia danzar a las tímidas aguas del lago, los arboles lo acompañaban y miraban en cada paso que daba, se respiraba un aire fresco, un aire puro que te invitaba a inhalarlo de la forma más intensa y egoísta posible, sentado en su bote, solo mirando y disfrutando del momento escuchó un golpe seco, miró atrás y pudo ver una flecha clavada en el bote, una flecha de plumas azules y con un papel abrazado y cuidado por un listón de seda blanca, su primer reacción fue arrancar la flecha de las entrañas de la madera, se detuvo, la miró, la contempló, se tomó su tiempo pero al final fue al encuentro de lo que no podía negar, respiró profundo, muy profundo dejando sin aire a todo el lugar, se inclinó y la agarró, tal vez con temor, tal vez con ansiedad, desató el pedazo de tela de seda con mucho cuidado, tal vez como tomándose el tiempo y deseando al mismo tiempo de no querer saber lo que había en ese pedazo de papel, dejó la caña de pescar entre sus pies y se dispuso a leer.

El rey ha muerto fue lo primero que pudo leer, hoy puedo estar en tu vida nuevamente, explicaciones en el aire, flotando como cometas al viento habían muchas, incertidumbre, dudas, temores, inseguridades, él sentía que podía respirar de nuevo, mirar al cielo sin reclamarle su suerte, viajar pensando que tenía que volver a ningún lugar, sabe y entiende que fueron momentos difíciles para ella pero él quería formar parte, solo estar, sin molestar, solo estar, saber que también estaba en su oscuro y oculto lugar, era importante haber podido sentirse necesitado y también el necesitar, hasta pensó que no luchó por qué era lo que ella no necesitaba, ella quería su lugar, su espacio, su tiempo para hacer o dejar de hacer lo que fuere correcto o no, si él en algún momento le había soltado la mano no fue para dejarla caer sino para dejarla volar en libertad a pesar del dolor que eso le podría causar.

Todo se empezaba a teñir de color esperanza, de sueños, de metas compartidas, de lugares que recorrer, de encuentros inolvidables que construir de a dos, las flecas eran más frecuentes, el olvidado nido de ese pájaro carpintero arquitecto de nuestro lugar secreto parecía pedir que lo alimentaran mas, que lo saciaran de notas y sueños, era raro, era como si casi no se conocieran, no fue una cuenta atrás ni un nuevo comenzar, fue como un nada que recordar, planes esfumados, sueños alados, el cree, el sueña, ella con los pies en la tierra hace difícil el poder volar, nada importa, nada es más importare para el que formar parte de su vida y su realidad, sea de la forma que sea para él es importante aunque sea el solo poder estar.

Hoy la dejaría volar pero sin soltarle la mano, hoy le soltaría la mano pero pondría sal en sus alas para que no pueda volar, hoy le daría toda la libertad y tiempo que necesita pero si dejarla alejar, el quiere formar parte de su realidad, de sus sueños y de su libertad, de sus noches de insomnio como de su dulce despertar, de un café a solas como de una caricia ajena, es importante saber que fue un error de tiempos y momentos y no un error de ellos.



Continuará …………