Garabatos en solitario

Garabatos en solitario

domingo, 13 de junio de 2021

Sonriéndole a mi espejo

 

Sonriéndole a mi espejo

 

Trazando mapas que sueñan, iluminados por sonrisas de luna llena, seguiré mi camino tarareando en voz baja, postales en la memoria que nos muestran la vida mezclada entre otras vidas, el tiempo corre al revés, el futuro en los años pasados y el pasado en los días que vendrán, todas mis blasfemias acompañadas de demonios alados, observando todo desde un lado del camino, inquilino de nada y propietario de todo, demente dormido en el rincón de una estación, jugar limpio no es seguro, nada lucrativa es la franqueza, almíbar de mis amaneceres, miel de mis noches, nunca sintiéndome solo siendo un habitante de lugares solitarios, algunas monedas en los bolsillos y una flor reseca atrapada entre las hojas de un libro, ladrón de momentos prohibidos jugando a las escondidas, cambiando el color de las letras de la historia, recordando al niño de ayer goleador con pelotas de trapo, llegando al final con infinidad de laberintos por descubrir, reviviendo tiempos que se fueron, rompiendo todas las rutinas, buscando nuevos colores y explicaciones, es la ultima mirada a un tiempo y un lugar que siempre estarán perdidos en el olvido.

Palabras no dichas, afectos que se extraviaron en el camino, momentos de un tiempo que ya se fue y de un nuevo tiempo que vuelve a nacer, encadenado al costado de un puente, sentado en el ala de un avión, simple destello de magia, ojos deseando ver lo que no se ve, al que ya no está, al que se fue, mi alma no se vende, el día es igual, la noche cambia de actores, quedan escondidos todos los secretos de mi esencia, instantes en la brisa, el día es un café cargado, monotonía insaciable, la noche un derroche de caricias donde el agua se vuelve licor, joven con alma de viejo, acaricio la luna con las manos sedientas, descolgando del cielo cada estrella perdida, cada encuentro una acuarela por pintar, el algún rincón una vieja foto de un antiguo amor sonriendo a la par.

La nieve de mi razón, lluvia fresca que salpica con gotas llenas de pasión y borran los caminos marcados por destellos que tan solo estaban destinados a ser olvidables momentos, aves de papel que surcan el cielo a su paso, un libro sin final, ignorante de todos los desengaños, creo saber todo y al final no se nada, el duelo no existe, las penas están allá lo alto, donde nadie las puede ver, nadie jamás me podrá enseñar como vivir, nadie conoce el camino recorrido mejor que yo, mezclando colores, aromas y sensaciones le doy un beso al tiempo y disfruto del paseo por esa ciudad llamada vida, con la misma ropa, perfumando cada esquina, bajo el hilo de un atardecer despeinado por el viento del sur, que cada buitre se lleve su botín, yo me quedo con lo mío, con mi riqueza y mi pobreza, con mis sueños y metas, con mis golpes y caricias, con mi tropiezos y aciertos, tan solo sonriéndole a mi espejo.