Sin cordura

Sin cordura

Te quiero mía sin cordura, libre como el viento, sin pensar en lo correcto, tan solo dejándote llevar, que importa si perdemos el juicio encontrándonos, sin ninguna prudencia, sintiendo, viviendo, revoloteando, tan solo con el anhelo de hacernos volar cada vez más alto, perdiendo la razón, flotando entre sábanas y aterrizando en el sillón, locura de madrugadas sin horarios, el desatino de mentirle al mundo para estar juntos.

La temeridad de escapadas fugaces como una estrella en el firmamento, paso a paso construyendo un mundo mágico, desearnos como la primera vez y besarnos como si fuera la última, convirtiéndonos en todos nuestros credos, en nuestra única fe, en una doctrina inmaculada, con el cuidado descuidado de ir con cautela, sentimientos y deseos desproporcionados, no existe la discreción cuando se trata de nosotros dos.

Inventando todas nuestra libertades en el más apasionado libertinaje, la timidez enmudece y desaparece bajo las almohadas, convirtiendo al suelo en nuestro lecho, agonizando unidos entre suspiros y gemidos, muerte y resurrección de piel, tus ojos embotados de lágrimas de amor, flotando en el aire como dos aves enamoradas, elixir total todo nuestro desenfreno, la osadía de un poco más, el descaro de permitirnos todo.

Desmesura colmada de ternura, tan solo temor de decirnos adiós, con el miedo de ver a nuestros cuerpos agonizando sedientos, la cobardía de no gritar este amor oculto en caricias y besos, tras cortinas de sudor y gemidos, la indecencia de nuestra ropa y la decencia de nuestros cuerpos desnudos, el descaro de tus piernas, la gracia de tu ombligo y el desenfreno de mis besos, sin ningún remordimiento nos dejamos llevar sin límite de tiempo.

Disfrutar todas nuestras noches como si fueran viernes y nuestras mañanas como si fueran domingo, náufragos sedientos de nuestros deseos, bailando al ritmo de nuestras caderas, atravesando todos nuestros límites de la forma más dulce y tímida.