Mirando atrás
Caminar sobre tus huellas a veces no es malo, recorrer nuevamente los caminos, ver los paisajes que alguna vez contemplaste, bañarte en los mismo océanos que te bañaste, para y mirar atrás, tal vez hasta para volver, convencido estoy hoy que el pasado puede cambiar, sus momentos son duros y eternos pero puede mejorar tu futuro al verlo diferente, tal como cambia una mañana para convertirse en un bello atardecer y una hermosa noche, cosas muertas que no habían muerto, cosas vivas que murieron, tal vez usando la madurez que antes no tenías, sabiendo lo que no sabías, decisiones equivocadas que en su momento fueron las más correctas tal vez por egoísmos o cobardía.
Tontamente se dice sigue sin mirar atrás, como se puede recordar sin mirar atrás, atesorar vivencias, guardar todos y cada uno de esos recuerdos y enseñanzas que nos hacen ser lo que somos hoy?, dejamos en el camino cosas invalorables sin haberles dado su real valor y tal vez por eso hoy vivimos o nos conformamos con mucho menos, como quien no riega una flor y guardas sus pétalos muertos y secos entre las hojas de un libro, acostumbrados tal vez a no tener o exigir lo mejor, regresando sobre las rutas de cada uno de tus vuelos es posible cambiar la hiel por miel, las sombras por luz, todos tus temores por valentía, cada una de tus cobardías por osadías y volver a despegar, volver a volar pero nunca más tan solo como siempre volaste hasta hoy.
Si, si tienes la oportunidad de mirar atrás, hazlo, nada de nuevo en eso ríos, mójate bajo la lluvia y acuéstate en esa cama de hojas de cobre en el más bello de los otoños, camina mirando al cielo, huele la hierba fresca y refréscate con el rocío que es el néctar de cada mañana, corre descalzo sobre la arena, vuela cometas y respira todo el aire puro que te rodea, haz castillos de arena, dibuja en tu pared y enamórate de cada horizonte, abraza a todos y cada uno de los que quieres, dale la mano a la vida y sonríele al viento, busca lo que extraviaste, recupera lo que perdiste y pide perdón, lo menos importante es que te perdonen.
Dicen que un día el miedo, el orgullo y el egoísmo tocaron una puerta, el valor, la humildad y la sencillez abrieron la misma, al hacerlo notaron que no había nadie, si en ese viaje al pasado curas heridas, reencuentras a esa persona perdida, recuperas una gota de lluvia o rocío, una ola del mar o una hoja otoñal, un puñado de hierba fresca o un grano de arena donde quedo dibujada tu huella ten por seguro que valió la pena.