Dejar ir
Sol bohemio abrazando las nubes al atardecer, entonando esa
melodía que tan solo dice que tu vida es plena, luna juguetona que se esconde y
asoma tímidamente entre nubes de plata acompañada por traviesas estrellas que
tan solo la contemplan desde lejos.
Poder ver tus huellas en la arena mojada que por las olas engalanadas
de blanca espuma son borradas, marcas en la arena que nunca olvidarás, que
quedan en el alma y los recuerdos, tan solo haciéndote notar que cada paso
dado, cada camino recorrido, cada sendero andado fue el correcto, aunque en su
momento se hayan disfrazado de errores y fracasos, de éxitos y triunfos, ya no
existen, nunca fueron equivocaciones ni aciertos, tan solo fueron líneas que se
escribieron con tinta indeleble en ese cuaderno que se llama experiencia y
sabiduría.
La libertad de los pájaros surcando el cielo, desplegando
toda su belleza con admiración a toda su grandeza, respirando profundo y
llenándose del aire más puro, el verde que alimenta el alma, hierba que se
abraza con la espalda, contemplando el cielo, cerrando los ojos para sentir el aroma
a hierba mojada por la lluvia.
Viento refrescante que revienta en el pecho, aire que
acaricia el alma, acariciando la cara de la forma más tierna y dulce, brisa
helada de invierno, lleno de primeras veces que se convirtieron en últimas,
plagado de postreras experiencias que se volvieron casi eternas, aprender a
dejar de lado lo que no sirve para alimentarse tan solo de lo que vale la pena,
cambio de rumbos, tal vez dolorosos y que al final fueron la más correcta de
las elecciones, soltar y dejar ir, tan solo para creer y crecer.